Entendamos el llanto como una forma de lenguaje primitivo: nuestro bebé sólo puede llorar para decirnos qué le ocurre y nosotros debemos aprender a traducirlo. Como en todo aprendizaje, será importante estar tranquilas y abiertas para entender.
Nuestro organismo cuenta con sistemas genéticamente determinados, dirigidos por las hormonas, sobre los que surge de manera innata el instinto maternal y el apego.
El problema son las interpretaciones erróneas que damos al llanto del bebé, transmitidas por nuestras experiencias personales: Si piensas que un bebé feliz “no llora”, caerás en un estado de ansiedad y te calificarás a ti misma, en vez de observar a tu bebé; o si crees que debes dejarlo llorar para no volverlo “mañoso”, podrías exponerlo a una frustración excesiva y perder la oportunidad de aprender su lenguaje.
LO QUE QUIERE DECIR
A continuación te describimos algunos tipos de llanto y qué gestos los caracterizan:
Hambre: es agudo y fuerte y sólo se detiene para respirar. El bebé se llevará las manos a la boca, hará berrinche, chasqueará los labios e imitará los movimientos de succión.
Cambio de pañal: algunos bebés son muy delicados y en seguida protestan por un pañal sucio; otros aguantan más tiempo. Además, debes evitar irritaciones en su piel.
Sueño: estará de mal humor, se tallará los ojos y parpadeará más de lo habitual.
Frustración: ocurrirá cuando quiera hacer algo y no lo consiga. Hay casos en que tal es su enfado que aguantan la respiración por unos segundos (espasmo del sollozo).
Abandono: es un sonido de desconsuelo y para en el momento en que lo cargas y abrazas. Estirará los brazos apenas te vea.
Cólico: llora por lo menos tres horas al día, tres días por semana y tres semanas seguidas; empieza después de comer o de succionar vacío por varios minutos.
Ruido: se tapa los oídos y se balancea con fuerza.
Temperatura: si tiene calor, se jalará la ropa y querrá quitarse los calcetines. El frío le será aún más incómodo y encogerá sus extremidades.
Dolor: el llanto es agudo y largo; aparece de un momento a otro. Está acompañado de algún ademán que indica de dónde proviene la molestia.
Dentición: tendrá salivación abundante, no podrá dormir, no querrá comer y tendrá ansiedad de morder cosas.
Aburrimiento: se calmará en cuanto lo lleves a un cuarto que tenga mucho movimiento, o si lo sacas a pasear.
¿CÓMO CALMARLO?
- Tómalo en brazos y, mientras lo consuelas, pon atención a sus ademanes y trata de averiguar qué necesita; repasa sus necesidades básicas como alimentación o limpieza y descarta el dolor.
- Prueba balancearlo de un lado a otro, ponle sonidos rítmicos, dale un masaje o envuélvelo en una manta y abrázalo.
- El chupón es una gran herramienta de apoyo para consolarlo, pero espera por lo
menos un mes antes de introducirlo; cámbialo por uno nuevo cada tres semanas o en cuanto veas alguna rajadura. - Si el llanto no se detiene y no encuentras qué lo está ocasionando, lo mejor será que dejes a tu bebé desahogarse hasta que se canse. Existen muchas razones por las que podría llorar, así que no te angusties y sigue tus instintos.
- Aunque te parezca desgarrador escucharlo, quédate a su lado y consuélalo, no lo estás malcriando.
Sus lágrimas pueden poner a prueba tu paciencia pero a fin de cuentas es su primer medio de comunicación. Con el tiempo aprenderás a leer sus distintos tipos de llanto y tendrás métodos infalibles para consolarlo.
Fuente: Libro NH 2020, Editorial Leto.
Especialista: Mtra. María del Rocío Ibarra Rodríguez, Maestría: Terapia Familiar / Especialidad: Neuropsicología Clínica, Psicobiología y neurociencias cognitivas, Hospital Ángeles, Consultorio 560.
Contacto: 55 5246 9678 y 9679 / rocioibarrar@hotmail.com