La lactancia es uno de los momentos más importantes y bellos que experimentarás con tu pequeño, ya que fortalece la relación madre-hijo. Probablemente, el sólo pensar en ello te cause desconcierto e incluso temor, pues se trata de algo nuevo para ti.
No tienes por qué preocuparte, ya que con el paso del tiempo te volverás toda una experta en el arte de amamantar.
Prepárate para la lactancia
Esto se ve directamente relacionado con tu salud y la del bebé. Tu alimentación tiene que evolucionar en calidad y cantidad al mismo tiempo que los requerimientos nutrimentales del lactante, sin dejar de lado si tu hijo sólo recibe pecho o si también le estás dando fórmula.
La lactancia es un proceso que aumentará tu demanda de nutrientes, pues parte de ellos se destinan a la producción de leche. Además, la necesidad de vitaminas y minerales varía en cantidad y calidad a lo largo del proceso. Es importe que tomes en cuenta lo siguiente:
Sigue una dieta equilibrada
Come de todo, fruta, verdura, carne, pescado, cereales, pastas, grasas y sobre todo mucho líquido.
No comas de más, pero tampoco de menos
No te guíes por el típico “comer por dos”. Es necesario que hagas tres comidas y que tengas un par de tentempiés, uno a medio día y otro alrededor de las seis de la tarde.
Líquidos
Ten en cuenta que debes recuperar el líquido perdido y que probablemente tengas mucha sed después de amamantar. Puedes tomar leche, jugo o té, y jamás olvides el agua.
🤱🏻 El ácido fólico es un elemento clave en tu dieta, se trata de una vitamina hidrosoluble que preserva el sistema inmunológico. Además, previene los defectos congénitos relacionados con el cerebro y el tubo neuronal, que propician el desarrollo de la espina bífida.
Calcio
Independientemente de que tomes suplementos de calcio, tienes que ingerir queso, yogurt, o cualquier otro producto lácteo de tu agrado. Esto se debe a que el pH de la saliva cambia durante la lactancia, provocando problemas dentales.
Vitaminas
Antes y durante el periodo de lactancia tienes que consumir ciertas vitaminas en mayor cantidad, especialmente la A, D, E, C, B1 y B2.
Hierro
Éste es uno de los elementos más necesarios en tu dieta, pues tu bebé requiere grandes cantidades de hiero y el 60% de su consumo total proviene de la leche materna.
El ácido fólico es un elemento clave en tu dieta, se trata de una vitamina hidrosoluble que preserva el sistema inmunológico. Además, previene los defectos congénitos relacionados con el cerebro y el tubo neuronal, que propician el desarrollo de la espina bífida.
Cuida de tu piel
Piensa en la irritación y las grietas que pueden sufrir los labios a causa del viento o el sol. Cuanto más los humedeces con la lengua, más se secan y se dañan; así que los hidratas para aliviar el dolor y protegerlos, ayudando de este modo a que se curen. Sucede lo mismo con tus pezones y el contacto que tienen con la boquita de tu pequeño. La mejor forma de prevenir el agrietamiento de ellos, es usando Bepanthen ® con pro-vitamina b5, que favorece la regeneración de tu piel.
¿Amamantar es una buena elección?
Por si fuera poco, también contiene anticuerpos que ayudan a proteger al pequeño contra muchas enfermedades. Los estudios demuestran que los bebés alimentados con leche materna son menos propensos a sufrir infecciones de oído, neumonía, bronquitis, meningitis, infecciones en las vías urinarias y diarrea, que aquellos alimentados con fórmula.
Se ha demostrado que es menos probable que los niños que son amamantados mueran a causa del Síndrome de Muerte Infantil Súbita. En cuanto al aparato digestivo, la leche materna es fácil de digerir por lo que tu chiquito tendrá menos gases.
Finalmente, este alimento promueve el desarrollo del cerebro; algunas investigaciones sugieren que los niños que fueron amamantados pueden tener mejores puntuaciones en los exámenes de habilidad cognitiva, que los que fueron alimentados con fórmula.
¿Cómo y cuándo?
Amamantar a tu pequeño puede parecer difícil, pero la verdad es que con la práctica esta tarea se volverá sumamente sencilla.
Debes tomar en cuenta que los recién nacidos comen cuando sienten ganas, esto es entre ocho y 12 veces en un período de 24 horas, durante las primeras dos a cuatro semanas. La frecuencia comienza a disminuir conforme tu pequeño vaya creciendo.
⚠️ En niños de bajo peso o prematuros se puede evaluar el volumen de ingesta de leche materna pesando al bebé antes y después de alimentarlo, vestido, sin cambiarle la ropa o el pañal. La diferencia de peso en gramos corresponde a los mililitros que ha ingerido; esto multiplicado por el número de tomas en un día, permite estimar el volumen y, por ende, los nutrientes y calorías totales que el niño recibe.